lunes, 22 de abril de 2013


Tradiciones y religión
Los tarahumaras son muy religiosos pero practican sus creencias al margen de iglesias. De acuerdo a reconocidos científicos como Richard Evans Schultes y Wade Davis este pueblo es digno de admiración, pues ha preservado muchas de sus costumbres, a pesar del dominio y la imposición de las iglesias europeas.
Se organizan en torno a los cantores (maynates) y rezadores, ancianos que ofician y conducen las ceremonias al ritmo de sus sonajas que hacen con bules y sus cantos guturales donde van narrando y describiendo la vida de los animales del monte como los lobos, coyotes, mulas y zopilotes.
Gran parte de las tradiciones actuales de los rarámuris son una apropiación de lo aprendido de los misioneros jesuitas durante los casi 150 años que convivieron en la época colonial. (Luis G. Verplancken)
Sus complejas celebraciones místico-religiosas están conformadas por danzas, tesgüinadas y ofrendas, en las que nunca falta la bebida tradicional de maíz llamada tesgüino. Para ellos la danza es una oración; con la danza imploran perdón, piden lluvia (para propiciarla se baila la danza de “dutuburi”), dan las gracias por ella y por la cosecha; danzando ayudan a "Repá betéame" (El que vive arriba), para que no pueda ser vencido por "Reré betéame" (El que vive abajo).
Puede afirmarse que el tarahumara ha conservado su vieja cultura con sorprendente tenacidad. Desde hace varios siglos emplean los mismos dibujos, los mismos símbolos en sus obras artísticas, en sus fajas, cerámica y cobijas. A sus muertos continúan dejándoles comida para el viaje sin retorno y les "ayudan" a subir al cielo mediante la celebración de tres o cuatro fiestas, según si el difunto es hombre o mujer. Aunque en muchos casos el significado de ritual ha desaparecido, éste ha demostrado gran vitalidad para subsistir.
Todos sus movimientos se han mantenido vivos, latentes y aún han influido en algunas ceremonias de la Iglesia católica. La existencia del patio para las ceremonias rituales, el humo, que es el incienso del tarahumara, el rocío de los cuatro puntos cardinales, y los cánticos ininteligibles se practican religiosamente, pero no pueden los tarahumaras darnos una explicación mitológica de todo esto.
El Chamán (sukurúame) emplea prácticas ocultas para hacer el mal. y el Owiruame es el sanador bueno, en los días antiguos se transportaba de un lugar a otro en forma de ave, al llegar a su destino recuperaba su cuerpo, a veces viajaba junto con su familia.
El chamán es el guardián de las costumbres sociales de un pueblo. Sus obligaciones como especialista ritual y terapéutico le obligan a ser un defensor del orden tradicional. Su función es establecer un equilibrio entre el cuerpo y el cosmos. Algunos chamanes utilizan el peyote (híkuli) para sus curaciones, esta planta alucinógena tiene un uso restringido y sólo los chamanes saben la cantidad que se utilizará, así como su recolección y almacenamiento. Se usa como ungüento en la piel para sanar reumatismo, mordeduras de serpiente y otras dolencias. En ciertos lugares solo se usa el Jiculi para curar, y en otros la Bakanoa, son plantas sagradas que tienen asegurada su territorialidad. y los de un lugar no se atreven a mencionar la planta del otro lugar.

viernes, 12 de abril de 2013


Los Tarahumaras
Los tarahumaras son el grupo indígena más numeroso que habita en Chihuahua, con una población estimada de 75 mil personas. También se les llama rarámuri, que significa «el de pies ligeros».
Por su aislamiento, el tarahumara ha conservado, a lo largo de los siglos, una pureza de sangre y cultura quizá más que cualquier otro grupo indígena de México.
Aunque la mayoría habita en la Sierra Tarahumara, existen grupos numerosos en las ciudades de Juárez y Chihuahua, a donde se han desplazado en busca de trabajo. Viven en comunidades pequeñas, integradas por varios ranchos ocupados por familias extensas de padres, hijos y nietos. Se dedican a cultivar maíz, frijol, calabaza, chícharo, como lo han hecho durante siglos.
Se cree que cuando llegaron los españoles a la región vivían de manera similar en rancherías, esta invasión les causó enormes conflictos, pues los misioneros trataron de agruparlos alrededor de las misiones que fundaron con la intención de catequizarlos y de que sirvieran de mano de obra en minas y haciendas; a los tarahumaras no les gustó ese modo de vida y reaccionaron de forma violenta, destruyeron unas 20 misiones y se enfrascaron en luchas por su territorio durante el siglo XVII. Al ser derrotados decidieron replegarse a las zonas más remotas de la sierra, donde hasta la fecha conservan su cultura.

Ubicación geográfica


Antes de la conquista, la sierra tarahumara era una región multiétnica con un gran número de grupos, hoy desaparecidos en su mayoría. Es una vasta zona geográfica, en donde habitaban predominantemente los tarahumaras o rarámuri (corredores de píe) como se llaman a sí mismos.

En la actualidad los rarámuris ocupan un territorio muy reducido que comparten con los tepehuanos, los guarijíos y los pimas pero sobretodo con los mestizos.




La sierra Tarahumara, territorio de biodiversidad.


Enclavada en una franja de cerca de 65, 000 kilómetros cuadrados, en el oeste del estado de Chihuahua, la sierra Tarahumara es un territorio de diversidades. Desde los límites sudoccidentales del estado de Chihuahua con los de Durango y Sinaloa, la Sierra se extiende hacia el norte a lo largo de las tierras altas de Balleza, Guachochi, Bocoyna y Maguarichi. Hacia el oeste, las cumbres y barrancos de Guadalupe. En esta abrupta geografía, los caminos polvorientos transitan desde los macizos montañosos, poblados de densos bosques de coníferas a cerca de 3,000 metros sobre el nivel del mar, hasta las profundas barrancas de tierras rocosas y erosionadas; desde los fríos de nieve y granizo de las cumbres y mesetas, en las que el bosque se entremezcla con los aserraderos, las tierras maiceras y los potreros, hasta el calor tropical de las barrancas profundas hacia donde descargan un sin número de arroyos que dan lugar a las fértiles cuencas de los ríos Fuerte, Mayo y Yaqui y que, a su fugaz paso por el territorio chihuahuense, circundando los pueblos mestizos barranqueños, mucho de ellos de tradición minera.


Territorio habitado desde tiempos remotos por: cazadores, recolectores y agricultores.

Este territorio agreste fue habitado desde tiempos remotos por pueblos cazadores, recolectores y agricultores, emparentados con sus hermanos de sangre de los valles y desiertos sonorenses, con los pobladores de las grandes llanuras del suroeste norteamericano y con los habitantes de las altiplanicies del centro de México. Adaptados a un medio hostil, los aborígenes de la Sierra de Chihuahua aprendieron a respetar y venerar sus territorio obteniendo del los medios para su subsistencia.